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PRIMER EQUIPO

Morimos matando (0-0)

El C.D. Mirandés no pudo consumar la remontada en un encuentro en el que fue muy superior al R.C.D. Mallorca y tuvo argumentos de peso durante todo el partido para creer en el ascenso.

Cayó como hay que caer. Como un equipo campeón. Como lo que son. Y por lo que se han ganado el derecho a volver a intentarlo en las próximas dos eliminatorias. Los 25 primeros minutos de Son Moix dictaron sentencia ayer, porque el C.D. Mirandés volvió a ser muy superior al R.C.D. Mallorca que se dedicó a defender la ventaja. Solo faltó acierto, porque los rojillos fueron los únicos que propusieron en Anduva y los que llevaron el peso de un partido que acabó sin goles y con el ascenso de los visitantes.

Apenas cinco minutos de encuentro y dos jugadores en el suelo y una tarjeta amarilla ya en las filas mallorquinistas. Puede servir como fiel reflejo de lo que acontecería durante los 90 restantes, con un R.C.D. Mallorca ocupado en que no pasase nada sobre el terreno de juego y un C.D. Mirandés que pedía a gritos al colegiado que se jugase. Porque al final y al cabo era eso, un partido para jugar. Con esa intención arrancó, desde el minuto 1, el equipo de Pablo Alfaro, que dominaba el control del esférico pese a las constantes interrupciones. Y es que hasta superado el minuto 15 no se empezó a dar continuidad al juego. En el 18, Borja Sánchez dio el primer aviso a la defensa mallorquinista con un centro colgado que encontró a Peláez en el segundo palo con un fallido remate en el que se pidió penalti. En el 26, Yanis cabeceó alto un centro desde la izquierda de Kijera, muy activo en la parte ofensiva con llegadas a líneas de tres cuartos para colgar balones peligrosos al corazón del área. Del R.C.D. Mallorca, apenas se contabilizaban disparos blanditos desde más allá de la frontal, sin peligro real. Mientras, y antes de que se señalase el camino a vestuarios, el conjunto local seguía creando peligro de nuevo en las botas de Yanis, que disparó de primeras alto en la ocasión más clara de la primera mitad.

Restaban 45 minutos y el C.D. Mirandés había demostrado creer en la remontada ante un R.C.D. Mallorca que simplemente especulaba con el resultado de la ida, sin apenas mordiente en ataque. Melli entró en lugar de un Israel Puerto lesionado que, hasta que estuvo sobre el verde y junto a su pareja David Prieto, estuvo inconmensurable en defensa atajando cualquier aproximación. Además, el mister rojillo lo apostaba todo con la entrada de Pito Camacho en el minuto 49 para jugar con dos delanteros. De nuevo, como ocurriese en la primera mitad, costó dar continuidad al juego ante las múltiples faltas, tarjetas amarillas y pérdidas de tiempo. Y no fue hasta el minuto 56 cuando la grada volvió a gritar el ‘UY’ ante el centro-chut raso de Kijera que pasó a centímetros del poste izquierdo de Reina. En el 66, Pito Camacho, que ya protagonizaba su particular mareo a la defensa con su movilidad en la última línea, disparó a la media vuelta un trallazo que se marchó a la esquina repelido por la defensa. Eran los minutos de mayor empuje local, con los 11 jugadores mallorquines metidos en su campo y hasta tres córners consecutivos que presagiaban un gol que, desgraciadamente, no llegó.

Con ya solo 15 minutos por delante, el C.D. Mirandés se encomendaba a la heroica. Pero ¡seguía creyendo! Yanis volvía a cabecear demasiado forzado con su par muy pegado y el remate se le iba de nuevo por encima del larguero. Pito Camacho, de nuevo de espaldas a portería, lo intentaba de semivolea en el 81, pero de nuevo se topaba con la muralla defensiva. Y ya con todo el equipo volcado –incluso Melli se sumó como un delantero más- el propio defensa pudo inaugurar el electrónico en el 89 para pelear hasta el final por ese ansiado 2-0 que hubiese dado la gloria al C.D. Mirandés. Pero tampoco su cabezazo encontró portería.

Lo cierto es que el C.D. Mirandés murió matando. En la grada y sobre el césped. Y al final del encuentro así se lo reconocieron equipo y afición, conscientes de que se ha perdido la primera bala, pero se ha ganado el derecho a soñar después de una temporada regular brillante como para que el objetivo del ascenso siga muy presente.