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PRIMER EQUIPO

Cruel final para una gran imagen (2-2)

El C.D. Mirandés mereció y tuvo ocasiones para sentenciar un partido que acabó empatando la A.D. Alcorcón en el descuento.

Cruel. Injusto. Desde luego no merecido. El C.D. Mirandés sumó un punto en Anduva en la visita del mejor equipo a domicilio de la categoría, la A.D. Alcorcón y, aunque con esos datos podría saber a positivo, nada más lejos de la realidad. Por juego. Por ocasiones. Por fútbol y porque sobrepasado el minuto 90 el videomarcador reflejaba aún el 2-1. Al final, 2-2, en el 94.

Empezó el Mirandés como un cañón y prácticamente en la primera jugada del partido, apenas con un minuto cumplido, penalti por mano a la salida del primer córner del encuentro. Álvaro Rey, con la tranquilidad habitual, transformaba. Seguía el dominio rojillo. En posesión y acercamientos. Ganando metros. En el 23, Marcos André avisaba con un zapatazo de diestra alto. Un minuto después, de nuevo el brasileño solo en el área la mandaba desviada. Pero en el 25, su compatriota Matheus no iba a perdonar. Mano a mano con Giménez y balón al fondo de las mallas. 2-0. Un penalti en el 36, otra vez por manos pero en esta ocasión en el área rojilla, ensuciaría una primera mitad brillante. Stoichkov recortaba diferencias y así se llegaría al descanso.

Arrancó algo más lento el segundo tiempo. Tampoco era tan alta ya la necesidad, principalmente mandando en el marcador y, además, en el juego. Los visitantes apenas habían inquietado a Limones y el juego de Iraola invitaba a pensar en la victoria por insistencia. Seguían llegando los rojillos y provocando acciones a balón parado cerca del área alfarera. Cumplido el 70 de partido el asedio se acrecentaba. Pase de la muerte de Álvaro Rey...sin rematador. Guridi en el 73 tenía un mano a mano ante Giménez para matar el partido, pero el meta sacaba una mano espectacular arriba para salvar literalmente a los suyos. Corrían los minutos con todo a favor, excepto la lesión de Mario Barco al poco de ingresar al césped que dejaba a los suyos con diez al ser el último cambio. En el minuto 89, de nuevo un Álvaro Rey incombustible mandaba su zapatazo por encima del larguero. Otra más de la que, sólo cinco minutos después, jugadores, técnicos y afición se acordarían. Porque de la manera más cruel, con el reglamentario ya cumplido, Paris colgaba un balón al área que acababa en los pies de Rui Costa tras la maraña de piernas en el área y este acertaba a empujar dentro. Minuto 94, no había tiempo para más.