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PRIMER EQUIPO

Asedio sin premio en Anduva (1-1

El C.D. Mirandés, que se marchó al descanso perdiendo, asedió al C.D. Izarra en la segunda mitad para empatar, pero no culminó la remontada

Vuelta al principio. A las ocasiones. A la posesión. Al dominio. Pero no al gol. Sí lo hubo. Uno. Insuficiente para culminar la remontada de un partido que mereció ganar el C.D. Mirandés. Además en esta ocasión no se le pusieron las cosas mal, con la expulsión tempranera -también justa- de Albizua en el minuto 37, pero un gol inmediatamente después del C.D. Izarra dejó a todos perplejos. Fueron a remolque toda la segunda mitad. Consiguieron el empate. Y, pese a merecerla, no la victoria.

Arrancó el encuentro con dominio local. Nada extraño. Lo esperado. Un C.D. Mirandés dominador y un C.D. Izarra por el momento paciente. Guardando la ropa atrás, antes de envalentonarse con las tablas en el marcador. Las daban por buenas. Las dieron finalmente también por buenas. El caso es que los rojillos mandaban, pero sin profundidad. Las ideas se apagaban de tres cuartos en adelante. Ni por bandas ni por dentro. Yanis permutaba sus posiciones por todo el frente de ataque, siempre por detrás de Claudio, sin éxito en sus internadas. Tampoco Álvaro Rey, con cambios de banda constantes pero sin encontrar línea de fondo como acostumbra. Peligro en el área de Limones, ninguno. Por eso el C.D. Mirandés seguía jugando tranquilo. Masticando el encuentro. Con paciencia. Esperando la suya. Tantos y tantos partidos se terminaron abriendo una vez abierto el marcador. Incluso se le pusieron mejor aún las cosas a los de Borja Jiménez con la expulsión por doble amarilla de Albisua en el minuto 37. Pero, quién iba a esperar que sólo tres minutos después quienes marcasen fuesen los que jugaban ya con un hombre menos en Anduva. Jugada de estrategia desde la esquina y gol de Iván Casado. Mazazo de agua fría. Inesperado. Inexplicable. Y sí, por qué no, también injusto. Descanso.

Salió otro Mirandés de vestuarios. Poco que perder, mucho que ganar. Sí, salieron precisamente a ganar. Y el asedio que se vivió minutos después de que el árbitro volviese a hacer sonar su silbato lo certificó. Ahora sí no faltaba mordiente. No faltaba profundidad. No faltaban ocasiones. ¡Faltaba el gol! Y no fue por demérito rojillo. El mérito tuvo nombre propio: Iricibar. Hasta dos paradones contabilizó. A la volea de Yanis en el minuto 50: manopla a la escuadra. Al remate a bocajarro de Matheus: tiró de reflejos. Entre tanto, y a la contra, Laborda fallaba el mano a mano con Limones que ya sí podía haber puesto las cosas muy cuesta arriba. Nada hubiese sido más injusto.

Tras diez minutos de tregua, el C.D. Mirandés volvió a la carga. No entra en el lenguaje rojillo la palabra rendirse. Por surrealista que pareciese lo que estaba aconteciendo. Un deja vu que devolvía la mente a los primeros encuentros del año en Anduva cuando el gol no quería entrar. ¿Hoy tampoco?. Pues a insistir. Minuto 71, zapatazo de Matheus desde la frontal rozando la escuadra. 79: Yanis desde el punto de penalti, solo sin oposición, llegando desde atrás, no acierta a dirigir entre los tres palos. Y por fin, minuto 80. Gol. Quizás en la ocasión menos esperada, Matheus se inventa una vaselina con rosca que deja completamente atónito a Iricibar. Pero también a sus compañeros. Al cuerpo técnico. A los aficionados. Fue una genialidad. Un golazo. Sin demasiada celebración. No había tiempo para eso. A por la remontada.

Creía el C.D. Mirandés más que nunca. Seguía teniendo razones para ello. Y las ponía sobre la mesa. Con la puntera de nuevo un Matheus hambriento. Llegó antes Iricibar. Y a la segunda, Paris se encontró con el rechace de la zaga. Corrían los minutos. Ya el 90. Cinco de descuento. Y el 93 daría la última esperanza a un Yanis solo en el segundo palo que ya preparaba el disparo, pero Casado mandó antes el balón a córner. No hubo para más. Tablas en Anduva.