
Cruel final que ensucia el gran trabajo (1-2)
El C.D. Mirandés jugó de tú a tú y con uno menos durante 70 minutos ante un Cádiz que se llevó la victoria en el minuto 89 de penalti.
Injusto. Cruel. Desde luego inmerecido. Inmerecido porque los de Andoni Iraola pelearon durante 70 minutos frente a un Cádiz –actual líder de la categoría- con un jugador menos. Encajaron y se levantaron. Siempre de tú a tú. Empataron. Merquelanz, desde un libre directo. Y en el 89, jarro de agua fría desde los 11 metros con un penalti que no hizo sino ensuciar un encuentro en el que el C.D. Mirandés mereció puntuar.
Arrancó el partido sin demasiado ritmo. Tanteo entre uno y otro equipo. Sin peligro en áreas. Cumplido el cuarto de hora, Merquelanz desniveló la balanza en cuanto a ocasiones se refiere. Volea de zurda del extremo zurgo –hoy jugando por banda en lugar de detrás del punta como en Vallecas- que se marchaba alta. La réplica, cinco minutos después, a cargo de Perea. Jugada individual por el carril diestro, recorte hacia dentro, uno, dos y sin oposición disparo cruzado junto a la cerpa del poste izquierdo. Contra la valla publicitaria. Adiós peligro. En la siguiente jugada, minuto 21, el encuentro cambió por completo. Roja directa para Álvaro Rey. El C.D. Mirandés con diez.
Irremediablemente, los rojillos perdieron presencia en ataque, eso sí, sin descuidar la defensa. Pese a jugar con un jugador más, el Cádiz no conseguía inquietar a los locales que, con posesión neutra, defendía con balón en su campo. Cierto es que Limones tuvo que volar en el minuto 39 ante un trallazo de Espino que despejó a córner. Fue todo en los primeros 45 de juego.
La salida de vestuarios mostró a un Cádiz más voraz. Vertical. Insitente. Ansioso por el gol. Metía más mordiente al ataque con la entrada de Nano nada más indicar el árbitro la reanudación. En el minuto 51, Álex Fernández volvía a probar a Limones. Misma respuesta: vuelo sin motor y balón a córner. Pero en el 60, un centro desde la derecha acabó en el balón muerto en el área y Perea, esta vez, sí, disparó con Limones vendido y prácticamente a puerta vacía. Más difícil todavía para un C.D. Mirandés que, pese a la expulsión mantuvo el tipo siempre frente a su rival.
Salió desde el banquillo Ernest y revolucionó el encuentro. Protagonista en dos acciones apenas diez minutos de saltar al césped, sus disparos –idénticos- desde el pico del área derecha se marcharon demasiado cruzados por encima del larguero. El Cádiz era feliz con el botín, pero la diferencia era mínima. Y en el 85, premio a la insistencia. Al no rendirse. Al intentarlo pese a jugar más de una hora en inferioridad numérica ante uno de los equipos más poderosos de la liga. Libre directo a 25 metros del marco. Merquelanz preparado. Golpeo duro. Seco. Potente. Marca de la casa. El balón golpea sobre la barrera y se cuela. El gol. Empate más que merecido.
Sin embargo, poco le duró la alegría a la parroquia rojilla. En el 89, el coelgiado señalaba la pena máxima en contra de los intereses locales. Tercer penalti en dos jornadas. Álex Fernández no perdonaba y ya sí, no había tiempo para más.