Skip to main content
PRIMER EQUIPO

Empate pese a las ocasiones (1-1)

Los rojillos acusaron un gol tempranero y, aunque fueron superiores en ocasiones, solo Djouahra acertó para empatar.

Empezó el encuentro de la peor forma posible. Tres minutos de partido y gol de Tejera en una pérdida en campo propio que acertó a empalar el mediocentro ovetense muy pegado al poste izquierdo de Limones. 1-0 ya de inicio.

Y es que le costó levantar el partido al C.D. Mirandés, al menos hasta el minuto 10, maniatado por un Real Oviedo que salió mucho mejor. Pero a partir de entonces, dominio para los visitantes. Y con ocasiones. Víctor Gómez llegaba a área contraria y, en el segundo palo, remataba al lateral de la red. Primer aviso serio. Pablo Martínez, en el 18, hacía temblar la portería de Femenías. ¡Menudo trallazo al poste desde más allá de la media luna! Y otro cohete, en el 25 de Javi Muñoz que obligó a la estirada del meta local. Todas ellas sin suerte para los rojillos en un primer acto del que los últimos compases nada se puede reseñar en ambas áreas. 

Parecía increíble que los rojillos no hubiesen conseguido -al menos- el empate antes de enfilar el túnel de vestuarios, pero Djouahra se encargó de solucionar esto prácticamente nada más salir de los mismos. Minuto 56, pase magistral entre líneas para el francés que en el mano a mano no fallaba. Sutil, preciso y efectivo. Con el interior de su pierna derecha la mandaba a guardar.

Empate y a partir de aquí, el asedio rojillo con ganas de más. Con un nombre propio: Cristo. Fusilaba a Femenías desde lejos con un trallazo de diestra que obligaba a repeler al meta a córner. Y minutos después, en el 63, el mano a mano esta vez lo ganaba el portero local ante la picadita con la izquierda del delantero que no se lo podía creer. Lo intentó todo, pero no le acompañó la fortuna. Triple cambio cumplida la hora de juego: Genaro, Iván Martín y Simón sustituyeron al propio Cristo, Álex López y Berrocal. Refresco que daba más ideas -aún más- al ataque. Pero era uno de los que llevaban todo el partido sobre el césped, Pablo Martínez, quien seguía acaparando el protagonismo. Definió bien ante un Femenías que se hizo por méritos propios hombre del partido. Volvía a parar una jugada rojilla de contrataque de libro: rápida, de lado a lado, al primer toque, absolutamente brillante. Mereció acabar en gol.

Moría el partido con, de nuevo como en la primera mitad, unos últimos minutos sin demasiada presencia en áreas. El partido estaba ya condenado al empate y los puntos se repartieron en el Estadio Carlos Tartiere.