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PRIMER EQUIPO

Premio al valor (1-2)

Un C.D. Mirandés diezmado vence donde nadie lo había hecho en LaLiga SmartBank al Real Sporting de Gijón.

Premio a la valentía. Premio al atrevimiento. Premio al valor. Y premio para un equipo, un Club, que se creció ante las adversidades. Lo hizo, además, en El Molinón Enrique Castro ‘Quini’. Un templo, el gijonés, en el que nadie había logrado vencer en esta liga SmartBank. Hoy lo hizo un Club Deportivo Mirandés con diez bajas de futbolistas -tres más en el cuerpo técnico- pero con un valor extraterrestre. 

Arrancó el partido complicado para los intereses visitantes. Nada que extrañase. Una defensa improvisada la montada hoy sobre las espaldas de un mediocentro: Víctor Meseguer y un mediapunta: Pablo Martínez. Eso sí, no se arrugarían ante el pichichi de la categoría, Djuka, ni tampoco ante ningún otro jugador sportinguista.

Tocó sufrir las embestidas iniciales de un Manu García onminpresente que se movía entre líneas y se asomaba por todo el flanco de ataque. Djuka, a lo suyo, buscando cada vez  que olía el balón el disparo a palos. Sin fortuna. Fueron diez minutos de agobio en campo rojillo -hoy de blanco- que cuando logró desquitarse de esa presión inicial asfixiante del Real Sporting, tuvo las suyas.

Caballero en el minuto 14 fue el primero en avisar con serio peligro en un disparo a portería desde el punto de penalti que adivinó Mariño. Iván Martín, en el 23, tuvo otra que perfectamente pudo acabar en el fondo de las mallas, pero de nuevo Mariño adivinó las intenciones de esa rosca de zurda al palo largo. Corrían los minutos con absoluta igualdad en el césped aún a tenor de las circunstancias que habían obligado al C.D. Mirandés a plantar un once diezmado principalmente en defensa. Sin embargo, la solidez de Meseguer y Pablo Martínez, junto a Bojan y Víctor Gómez en los flancos, escondían absolutamente las bajas atrás. Imperiales durante los primeros 45 minutos.

De nuevo mismo guion. Minutos de agobio en el arranque del segundo acto y, esta vez, con castigo. Gol de Djuka desde los once metros con suspense, pues el tanto de Babin en esa misma jugada no subió al marcador pero sí penalizó a los de José Alberto -hoy dirigidos por Pablo Álvarez desde la banda- con penalti por una mano involuntaria de Meseguer previa a ese tanto. No falló el pichichi montenegrino. Minuto 53. Más difícil todavía.

Pues a por la remontada. Seriedad atrás y paciencia con la posesión del cuero. El plan de partido del C.D. Mirandés no cambiaba y pese a ir por debajo en el marcador, los visitantes demostraban seguir en el partido. ¡Vaya que si estaban! Fue un recién ingresado al terreno de juego quien lo certificó. Moha Ezzarfani culminaba una contra de libro, de izquierda a derecha que acababa con un taconazo magistral de Cristo González para el marroquí. Ajustó al palo corto imposible para Mariño. ¡Gol! ¡Empate! Pero había más.

Restaban quince minutos para la conclusiónd el choque y ahora el Sporting de Gijón tenía prisa. Los rojillos, igual. Misma calma. Misma idea. Misma solidez atrás para hacer imposible cualquier acercamiento local que moría siempre en la muralla Meseguer-Pablo Martínez. ¡Qué centrales! Y con este guion apareció la magia. Quién si no, el mago. Iván Martín, con la derecha, no se lo pensó y disparó de primeras ante un mal despeje de la zaga rojiblanca que pilló a Mariño en media salida. Fue imposible que llegase a la vaselina del ‘7’, tan tan ajustada como efectiva.

Habría que sufrir diez minutos más, pero era la sentencia final. Diez minutos en los que, lejos de arrugarse, el C.D. Mirandés demostró madurez para jugar con ventaja esos compases finales.

Fue un triunfo a la valentía. Fue un triunfo a la osadía. Fue un triunfo de los que estuvieron en Gijón y de los trece que empujaron con ellos desde casa.