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PRIMER EQUIPO

Victoria en un Can Misses hasta hoy inexpugnable (0-2)

Los rojillos ganan donde nadie antes lo había hecho y dejando su portería a cero.

Arranque dominador del C.D. Mirandés que mandaba en la posesión y en el juego en Can Misses. Salieron mejor que su rival. Mucho mejor. Y dominaban el choque desde inicio con una presión alta y efectiva que les permitía robar balón tras pérdida y jugar siempre con el esférico. Como a ellos les gusta.

Con este guion de partido no tardó en llega la primera ocasión. Minuto 4. Carreira profundo en banda derecha, pisando área rival y encontrando el hueco para colar un pase preciso a Camello que de primeras disparaba abajo junto a la cepa del poste. Paradón de Germán, el guardameta local, que evitaba con mano abajo el primero de los rojillos quienes, eso sí, no se desanimaban sino más bien todo lo contrario.

Espoleados por su dominio, intensificaban esa presión perfectamente coordinada en todas las líneas. Si no robaban alto, eran Odei y Anderson quienes se erigían como ganadores en los duelos aéreos de una U.D. Ibiza incómoda, obligada a golpear en largo. Eso sí, los locales también encontraban petróleo en esa rifa de balón aéreo ya que Guerrero estuvo a punto de llegar a un centro desde la derecha que Carreira supo proteger para evitar el remate del delantero.

Y se acabaron los avisos. En el minuto 12 llegó el premio. Pared en el área entre Simón Moreno -escorado en la derecha del habitual 4-3-3 de Lolo Escobar- y Riquelme -en punta del triángulo de la medular-. Recibe de vueltas el mediocentro que define como un auténtico delantero ante Germán. De interior. Raso. Palo largo. Imposible para el meta. 0-1 en Can Misses.

Tras el gol llegaron los peores minutos -los únicos- del cuadro visitante, penalizados solo por un peligroso remate de cabeza de Castel en el que Raúl Lizoain volvió a hacer gala de reflejos. ¡Qué estirada! ¡Qué paradón! Ahora la UD Ibiza era dueña del balón, pero sin ocasiones en el área más allá de un remate alto de Guerrero tras pase atrás de Bogusz. Quien sí tuvo la sentencia -al menos de la primera mitad- fue Simón Moreno. Se quedó solo en el minuto 34 frente a Germán, escorado en la derecha del área. Buscó la escuadra. Impactó con el interior de su bota derecha. A colocar, donde no llegase nunca el meta. ¡Y se marchó por centímetros!

Arrancaba la segunda mitad. Sobria. Controlada. Era la idea. Al menos en el inicio para evitar la posible salida en tromba de la UD Ibiza. No la hubo. No la tuvo. Quizás precisamente por un CD Mirandés que interpretó a la perfección cada momento del partido. También este. Y es que no hubo ni un solo acercamiento del conjunto local en este arranque de segunda mitad. El primero fue rojillo. Y fue definitivo.

Minuto 57. Balón en la derecha que dormía Simón, al centro para Riquelme que por el rabillo del ojo veía a Íñigo Vicente en el pico del área izquierdo. Balón al mago y todos a deleitarse. Vaselina de una calidad superlativa. Rodeado de hasta tres defensores. Ese toque sutil de interior. Esa rosca. Ese balón. Gol. Gol. Gol. Gozalo.

0-2 y de nuevo una demostración de cómo interpretar los tiempos de partido. Seguros en defensa y sin abandonar la presión alta que imposibilitaba la salida de balón cómoda de la UD Ibiza, lo que incomodaba a un rival acostumbrado a jugar el esférico por bajo. Ni Castel, ni la altura de sus centrales a balón parado inquietaron a un Raúl Lizoain imperial bajo palos, siempre bien colocado para desquiciar a los locales.

Los últimos minutos apenas se jugaron. Otra lección más de cómo acabar el encuentro con esa ventaja de 0-2. Portería a cero. Dos goles. Y victoria donde nadie había ganado. 14 puntos. Y lo de siempre: ¡a seguir, equipo!