Acabaron mejor de lo que empezaron, lo cual es positivo. También el punto conseguido. Siete de los últimos nueve. O lo que es lo mismo, fue el tercer partido consecutivo sumando. Hoy ante el C,D, Tenerife, un duro rival que jugó con la posesión pero que no llevó ocasiones claras a la portería de Limones. Si el Mirandés a la de Ortolá, aunque fue insuficiente ese arreon final de diez minutos que, eso sí, pudo dejar los tres puntos en casa.
Primera mitad de tanteo. No ocurrió nada. Al menos en las áreas. Mucho juego físico en medio campo, mucho control de ambas escuadras y apenas acercamientos. El Tenerife, desde inicio, demostró que quería la posesión del balón y, sí bien el Mirandés suele llevar la voz cantante en casa, esta vez cedió. Los de la isla, que acostumbran a hacer grandes números en lo que a dominio de balón se refiere, cumplieron con su guion. Eso sí, los rojillos estuvieron bien plantadlos para, a pesar de eso, no sufrir. Ni un solo disparo a palos visitantes en esta primera mitad. El único que hicieron -a gol- fue anulado por fuera de juego previo. Con este guion se llegó al descanso.
La segunda mitad poco cambió. El caso es que el Mirandés no se terminaba de encontrar cómodo con el balón. Muchas imprecisiones en medio campo y fallos en a salida desde atrás impedían montar contras o siquiera llegar a área rival. Y el Tenerife, a dormir el balón. Seguía sin verticalidad. Media hora de segunda parte y solo un tímido disparo de Borja Laso al lateral de la red. La entrada de Álvaro Rey -primero- y Matheus -ya en el 70 de partido- dieron más ideas a los ataques locales. Además, el Tenerife acusaba ya el cansancio y Anduva apretaba. Lo sentía. Empujaba a los suyos. Rugía. Llegaron las primeras ocasiones claras. Marcos André, en el 73, dispara fortísimo alto. Nuevo intento diez minutos después. Mismo destino, por encima del larguero. En el 88 ya sí obligaba a Ortolá a repeler. Aguantó firme el cancerbero tinerfeño y rechazó. Y solo un minuto después llegaba la parada de la tarde. Libre directo de Álvaro Rey a la misma escuadra que el portero acertaba a tocar lo justo para mandarla a la madera. ¡A la cruceta!
El triunfo rojillo sobrevoló Anduva, pero al final el marcador no se movió en los 90 minutos de juego.