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PRIMER EQUIPO

Demasiado castigo en Butarque (1-0)

El equipo se marchó de vacío en un partido de tú a tú que solo desniveló un destello de Arnaiz.

Demasiado castigo. O poco premio. Y es que al menos un punto hubiese merecido el C.D. Mirandés hoy en Butarque. Uno al menos. Por ocasiones, buen juego y, sobre todo, por tratar de tú a tú a un equipo diseñado para volver a Primera División. Construido sobre una plantilla de Primera División. Borja Bastón, Rubén Pérez, Sabin Merino, José Arnaiz… Arnaiz, precisamente, se sacó un disparo imposible para Raúl Lizoain en el minuto 47. De zurda. Tras un control orientado con la cabeza. Ahí definió el partido.

Mucho antes de todo esto, el conjunto de José Alberto López había presentado su candidatura a no ser un mero espectador en Butarque. Una candidatura más que seria. Y es que tras unos primeros quince minutos que el C.D. Mirandés necesitó para sentirse cómodo sobre un nuevo tapete, los visitantes dominaron completamente el resto de primera mitad. Con mucha posesión y criterio. Juego vertical, de dentro hacia fuera. Hacían mover a su rival que, eso sí, mantenía sólida la última línea para ahogar en los últimos metros a los rojillos. Si no había hueco, vuelta a empezar para el Mirandés, que ganaba protagonismo con el paso de los minutos. Si bien ese último cuarto de campo se le volvía a resistir a los de José Alberto, Sergio Moreno pudo inaugurar el casillero en una clara acción en el minuto 38 que no acertó a conectar con derecha dentro del área. Ocasión al limbo. Descanso.

Las buenas sensaciones del equipo se esfumaron con el gol de José Arnaiz nada más reanudarse el choque. Minuto 47, saque de banda para el rápido atacante pepinero que con un control orientado con la testa se la acomodaba a la izquierda y de primeras reventaba el cuero por encima de Raúl Lizoain. Un gol a la altura de pocos jugadores de la categoría.

Con muy poco merecimiento, el Leganés se ponía por delante en el marcador y, a partir de ahí, sus intenciones de dormir el partido fueron más que evidentes. El C.D. Mirandés, sin embargo, volvía a reafirmarse en su idea de juego. La de no rendirse. La de dominar. La de mandar. La de importar poco el rival que haya enfrente. El juego y el partido volvía a pasar por las botas de los suyos. Iván Martín pudo cazar un desplazamiento medido desde atrás de Vivian que lo hubiese dejado solo en el mano a mano con Cuéllar. Por milímetros. Pablo Martínez, en el 59, sí ponía a prueba al meta pepinero que le valió con estar bien colocado para un remate de cabeza que no acertó a dirigir mejor y con potencia el 36 rojillo.

Quien no remató, minutos más tarde, fue Víctor Gómez, arrollado por detrás en el área por Arnaiz en una acción que el árbitro no entendió como suficiente para señalar penalti. Las ocasiones, en cualquier caso, eran visitantes. El partido, otra vez, caía del lado rojillo. Eso sí, sin el premio del gol.

Carrusel de cambios en los últimos minutos y lesiones que no hacían sino dormir aún más el encuentro. Más de cara para los intereses locales. Minuto 90, cinco de añadido, de los cuales se jugaron tres por varias interrupciones que, finalmente, ni siquiera se alargaron sobre el 95. Derrota con resignación, pero con otra vez buenas sensaciones en un C.D. Mirandés que sigue sin ser nunca inferior a su rival jornada tras jornada.