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PRIMER EQUIPO

Derrota en La Romareda (2-0)

Los rojillos acusaron los dos goles de una primera mitad en la que no fueron para nada inferiores.

Arrancaba el encuentro en La Romareda con cierta supremacía del C.D. Mirandés que cuajaba unos buenos primeros veinte minutos. Los rojillos controlaban el esférico e imponían el ritmo del encuentro ante un rival, el Real Zaragoza, que eso sí les esperaba atrás con las líneas muy juntas y sin perder solidez defensiva. La posesión no daba pie a ocasiones reales de peligro pero, al menos, tampoco se lo generaban a los visitantes en un primer tramo de esta mitad en el que los blancos ni siquiera se asomaron por las inmediaciones de Sergio Pérez. Sin disparos entre los tres palos, la injusticia se cebó con el equipo que más había propuesto sobre el terreno de juego hasta el momento. El primer remate de los locales iba a acabar con el primer tanto para ellos, que por medio de Cabrera se adelantaban en el marcador. Fue una jugada totalmente aislada, tras un balón parado colgado al área que, en segunda jugada, iba a acabar muerto en el área para que el central rompiese el cuero a la red. Corría el minuto 33 cuando el mazazo hizo mella en los visitantes que a punto estuvieron de encajar el segundo instantes después si el pase de Lanzarote hubiese encontrado rematador franco con la portería vacía. La mala suerte se cebaba con un C.D. Mirandés que para nada había sido inferior a su rival, pero de nuevo se veía por debajo. Y con la misma llegaría el segundo del Real Zaragoza que aprovechaba el mal momento anímico para hurgar en la herida al filo del descanso. Esta vez el tanto fue de Edu García aprovechando la contra.

Se animaban los jugadores en el túnel de vestuarios instantes antes de saltar de nuevo al césped. La reanudación daba nuevos 45 minutos a los de Carlos Terrazas para intentarlo. Una y otra vez, sin cesar en el empeño. Todo el equipo mordía en la presión e intentaba crear jugadas trenzadas para llegar sin oposición a zonas de peligro. Sin embargo, de nuevo unas líneas muy juntas en el repliegue del Real Zaragoza hacían imposible las internadas. Los extremos no podían percutir y por el centro se hacía aún más ardua la tarea. Sin ocasiones, salvo disparos lejanos desde la frontal, el partido moría con el inevitable paso de los minutos. Los aragoneses consiguieron hacerse dueños de la posesión en los instantes finales con un C.D. Mirandés volcado que perdía orden lógicamente en su afán de sumar hombres arriba para buscar el tanto que reavivase el envite. Pero el choque no dio para más y tras los tres de añadido el colegiado indicó el final.

Aforo: 15.643 espectadores